Que decir, como contar, como expresar todo lo allí vivido…
Una vez más, la demencia se apodero del
Viña Rock y de esta crónica. De nuevo
los festivales marcando una diferencia abismal sobre el resto de competiciones
en estos
Premios W. Nos es realmente complicado hablar de esos días,
complicado, avergonzante y hasta un punto nostálgico.
Estas crónicas suelen tardar en llegar, ya que el sartenazo
mental, parón cerebral y destrucción física aún duran. Pero en esta ocasión no
podemos alargarla más en el tiempo, ya que la ITA y los Sanjuanes mirandeses se
nos echan encima. El frenesí fiestero continúa.
El Viña Rock comenzó para Sol y Sombra y Wis el miércoles,
lo que les colocaba en una clara ventaja sobre el resto de rivales que acudirían
el jueves. Ese miércoles no se vieron exhibiciones tremebundas, pero si
aparecieron los primeros disfraces de Sol y Sombra y sus primerizos gritos al
sol de mañaneo. Sin miedo a la guadaña se adueño de los conciertos, el
campamento y las raves, demostrando que llegaba en un excelso momento de forma.
Mientras tanto en Burgos la vida normal continuaba, alejada
de la rutina viñarockera e ignorando las primeras sumas de SyS. Pero pronto eso
cambio, ya que el viaje hacia el campamento base se realizo a horas tempranas
con el fin de llegar cuanto antes al sueño de toda mente alcoholizada. Por
supuesto en el viaje volaron cervezas sin mirar al futuro y sobra decir que raudo
y veloz Sol y Sombra salió “disparado” en la búsqueda de sus rivales.
No había caído la noche cuando el ron se había apoderado de
todos y cada uno de los participantes,
Guillermo el Brechas, Saúl Káiser,
Joselito, Aragne, Wanchope, Lity y los drogolegas de refuerzo. Se barajo
incluso que
Sol y Sombra al llevar un día más en el lugar había entablado
amistad con los policías, ya que al poco de llegar,
Wanchope tuvo que huir de
ellos en clara muestra de que
SyS les había sobornado para perder en los calabozos a su gran
rival.
A partir de ahí, y como en la mayoría de las noches
viñarockeras, nos toca pedir perdón, ya que como es costumbre la altitud alcohólica
de los festivales lleva a un irremediable niebla y nos hace imposible contaros
en detalle las noches. Conciertos y más conciertos, hurtos y más hurtos,
metidas de morro y más ostias en los morros…. La rutina celestial había vuelto.
En esa etapa Wanchope llego en última posición al
campamento base una vez acabados los conciertos, buscando a SyS con el fin de
volver a ser los más borrachos de la rave. Pero el rubio pequeñin seguía despierto
y los planes cambiaron, así que decidieron continuar reventando el campamento consiguiendo
no solo odios eternos, si no que muchos
vecinos cambiasen su lugar de acomodo viendo que su pesadilla no acababa más
que de comenzar.
Ciertamente en los mañaneos es donde nuestros protagonistas
se sentían más cómodos, y esa manía tan suya de no dormir nos hace imposible
fijar el ganador de cada etapa, pues se desconoce cuando acababan y cuando comenzaban
las distintas jornadas. Los drogolegas aparecían y desaparecían y la locura de la
Terror Band seguía en aumento.
Que se puede decir del viernes, ni Juanito Oiarzabal
ha aguantado jamás tanto tiempo en la cima.
La vara de medir se olvido en casa, el circulo de la muerte
estaba creado y las cacerolas robadas con el único objetivo de hundir en la
miseria al silencio… todo seguía unas pautas inclasificables. Los “sin nombre”
les bautizaron ciertos vecinos al ser imposible que ninguna mente sur humana
entendiese lo que veían sus ojos.
Ese viernes la noche acabo más pronto de lo deseado, antes
incluso de acabar todos los conciertos, puesto que la ausencia de sueño hizo
mella. Por fin los vecinos podían respirar, pero… ¿por cuánto tiempo?
Era evidente que más de dos horas no duraría la paz y
aprovechando las distintas personalidades que les otorgaban los mil y un
disfraces iniciaron de nuevo un nuevo
mañaneo destructivo. Los insultos y cánticos eran desmedidos, desde vaciles
angelicales a los punkis, pasando por increpaciones a mandíbulas desencajas, continuado con peticiones de asesinato y matrimonio a féminas, hasta gritos exasperantes a la vecindad. Las anécdotas llenarían libros del
anticristo y coparían las entradas de estos Premios W hasta 2017.
Definitivamente, ni nosotros mismos podemos calificar con una palabra lo allí
ocurrido.
Como era de esperar el sábado el caldero estaba a rebosar,
por lo que El Colega Stijn tenía que hacer acto de presencia para vaciarlo. El
veneno seguía corriendo por las tragaderas cual agua bendita y hasta en los
conciertos los músicos flipaban. Llego entonces el esperadísimo concierto de
nuestra banda sonora, Lendakaris Muertos. Y allí, Wanchope haciendo gala de sus
desequilibrios mentales, quito el micrófono al cantante para cantar alegremente
un hip sobre los Premios W, consiguiendo que la leyenda continuase.
El reloj parecía haberse parado el jueves a las 5 de la
tarde, puesto que la bodega no había cambiado, pero no, estaban ya cerrando el
festival y las lágrimas comenzaron a caer. El duro drogomingo acechaba pero a
nadie se le ocurrió bajar el pistón. Nuevamente en acto de locura extrema se
marcaron un nuevo mañaneo de empalmada victorioso logrando salir vivos pese a
ser ellos la brigada de limpieza que seguía robando alcohol a los vecinos.
Poco más nos queda por aportar de un histórico Viña Rock
2013 que seguro que ha robado años de vida a los participantes y les ha dejado un enorme síndrome postviñacacional.
Añadir que el
ganador final fue el fugitivo de la muerte Sol y Sombra gracias sobre todo a haber ido un día antes, seguido de unos enormes
Káiser y Wanchope (colocándose líder el señor Arisco). Como no, la siempre brillante presencia de Guillermo el Brechas en
cualquier acto de maldad. El único, la verdadera blancanieves de Disney, el
exasperante Lity Ruavieja en niveles bodegueros extremos. El paupérrimo nivel
de Joselito e increíble de Wis. Y por supuesto agradecer a los drogolegas
valencianos por su gran aportación de combustible.
Con lagrimas en los ojos, esto ha sido todo, gracias a todos por el Viña Rock
hijos de la droga.