Una nueva efeméride llega a los Premios W, en esta ocasión, de
febrero del año 2008. Eran los tiempos del dominio local de un ser antológico,
un mito de la noche como no se ha vuelto a ver. Todo lo que tocaba, se convertía
en veneno alcohólico y envolvía cada instante en momentos de locuras dantescas.
Ese drogoelemento no podía ser otro que Wanchope Arisco.
Muchos de nuestros fieles seguidores habréis escuchando por las vecindades los
gritos de “Wanchope violador!!” o el no menos famoso de “Wanchope no liga,
Wanchope las obliga”. Pues bien, hoy detallaremos el porqué de esas canciones.
Como decíamos, la leyenda de este participante cada día se engrandecía
más a cada instante, jugaba varios puntos por encima de rivales que poco o nada
podían hacer ante el vendaval fiestero que era cada día. Pero ese febrero, algo
estuvo a punto de parar su dinámica autodestructiva.
Todo parecía igual aquella nocturnidad, las tragaderas
marcaban el compás acelerado una vez más de la noche y Wanchope había conseguido
cerrar Llanas después de varias metidas de morro. El dulce, triste y esquizofrénico
camino hacia Bernardas lo estaba realizando con los compañeros en la sumatoria
de aquel día. Y allí, a lo lejos, vieron lo que parecía ser una bella dama rota
en lágrimas.
Wanchope era un fiel amante de las chicas endebles y en
soledad, por lo que vio un instante perfecto para la bonificación, así que se apresuró
a hablar con ella.
-“Oh bella damisela, ¿por qué dejas caer tus lagrimas por tu
perfecto rostro cuando mi semen podría quedarse amarrado allí por siempre?”
Evidentemente la entrada en escena no ayudaba a las “románticas”
palabras del señor Arisco, puesto que el balancín era el que regía los
movimientos de su alcoholizado cuerpo.
-“No estoy para tonterías, me duele mucho el brazo.”
Entonces salió el Wanchope bonachón que solo las dueñas de licorerías
conocen y la abrazo, beso y mostró su cariño más sincero. Hasta que la dulce chica en
soledad, habiéndole cogido confianza, le dijo:
-“¿Podías llamar por teléfono a mi novio por favor?”
Esas duras palabras sacaron al inefable Wanchope que todas
conocen y aterran, el recordman de los Premios W, en definitiva, el deplorable
ser que todos guardan en la sombra…. Y…. Wanchope la sacó el congrio….
-“Llámale con esto guapa"
Pese a la atrocidad del momento, la chica no se asusto y siguió
en sus trece (los mismos combinados que Wanchope aquella noche). Así que
W.A no tuvo más remedio que volver a ser amable y prestarla el único teléfono
con saldo que jamás ha poseído.
En la llamada que hizo la susodicha al esposo, Wanchope se
dio cuenta que la cosa iba en serio, no solo por el dolor en el brazo, si no
por una historia cruel y horrenda ocurrida instantes antes de la llegada de
Wanchope en el parking. Por lo que nuestro protagonista decidió llamar a la
ambulance y olvidarse de todo lo ocurrido.
Pasados dos días, y metidos de lleno en un lunes alcoholoco
nuevo, Wanchope le contaba entre risas la historia a Yudegas. Todo era jolgorio
de juventud hasta que sonó el teléfono del otrora nº1.
-“Buenas tardes, policía nacional, ¿es usted Wanchope
Arisco, alias Tumbalitros?”
-“Así me llamo y del amor soy amo su señoria.” Dijo Wanchope
pensando que todo era una broma telefónica.
-“¿Estuvo en la calle vomito 13 en la madrugada de sábado-drogomingo
a las 5 de la mañana?
En ese momento Wanchope se dio cuenta de que la cosa podía ir
en serio, puesto que solo Yudegas conocía hasta el momento aquella historia.
Así que intento tomarse todo lo en serio que le permitiese su bodega vespertina
la conversación.
-“Queremos que nos cuente su versión de los hechos”
Allí se soltó de nuevo la palabrería de Wanchope, contando
la misma historia que le había contado minutos antes a Yudegas ante las risas
de este.
-“Pues bien, el caso es que la chica ha denunciado que fue
violada en el parking, y usted tendrá que ir hacer una rueda de reconocimiento
y que la chica nos confirme su versión.”
El miedo controlado se apodero de Wanchope, que veía que sus
dotes de buen samaritano se condenaban en su contra. Aun así confiaba en que el
bitteron de aquella noche testificase a su favor y por supuesto, que la chica recordase
quien había sido el hombrecillo que la había dado cobijo sentimental.
Todo acabo entre bromas, con Wanchope diciendo que estaba
encantado, que era una ocasión de lujo para volver a ver a la chica e
intentarlo de nuevo. Los días pasaron, los periódicos se hicieron eco de la
noticia y en los colegios era vox populi. Pero Wanchope tardo años en contar
esa historia, años esperando en que llegase la rueda de reconocimiento, años
esperando en volver a la chica, años que nunca han llegado….