Bien es sabido por todos el interés de esta competición por
el ciclismo y sus semejanzas. De hecho, gran parte de los mejores participantes
de la historia se conocieron entre ellos debido a la práctica más mala que buena
de este maltratado deporte. Es por ello
que no creemos que esta efeméride extrañe a nadie.
Nos ponemos en situación. Vitoria, noviembre de 2010. Una
fría noche vitoriana esperaba a Vulkete, Enfrencio y Yudegas junto a otros
compañeros del mundo de la pedalada. Todo apuntaba a bodega descomunal, y las
cervezas de antes de la cena lo dejaron bien claro.
Desde los tiempos inmemoriales de Federico Martín
Bahamontes, es conocida en las vascongadas el peligro que tienen los ciclistas
en invierno, pues sus ebrias uniones distan mucho de el comportamiento de
cualquier borracho de barrio acostumbrado a salir cada fin de semana. Y es que
cuando la nocturnidad llama a la puerta de un ciclista, el terror llama a la
puerta de la ciudad.
Esa noche fue una muestra más de ello, con el acicate además
de vivir una juerga en una ciudad desconocida, lo que siempre ha aumentado el
desenfreno y la desvergüenza.
Pisados varios bares y metidas de morro a varias féminas,
decidieron cambiar el lugar en el que dar zapatilla. Pero las distancias eran
más largas de lo esperado para las piernas explosivas de esfuerzos cortos de
Vulkete, así que puso su pensamiento demoniaco a trabajar. Y antes de llegar a
ninguna conclusión, vio una bici que cumplía las premisas buscadas. Le gustó tanto
que decidió incluso guardarla en el coche en lugar de dirigirse con ella al
nuevo bar. Pero pese a que se encontraba ante una bici plegable fue incapaz entre
gritos y desequilibrios de meterla en el coche. Por lo que decidió que la
primera idea era la buena, ir con ella al disco-bar.
Allí y ante la ausencia del candado, pues lo había roto
Vulkete, entabló una conversación con el portero:
-“Eeeyyy socio, mira a ver si me cuidas la bici que se me ha
olvidado el candado.”
-“Tu poder confiar en mi rubio maléfico.” Respondió con
acento de rumanoiode el portero.
En ese bar continuaron la noche siguiendo la gloriosa danza
del whisky que se estaban marcando esa noche hasta que el lugar regentado echó
el cierre. Fue en ese momento cuando salieron y Vulkete no vio su nueva
adquisición, por lo que fue a pedir explicaciones a su amigo Dimitri:
-“A ver tííííííííío te he dicho que me cuidases la bici, que
vale más que tú me cago en cristo.”
-“Yo pelea, yo no poder ver todo, yo rumanoide pero no tener
mil ojos.”
Entonces Vulkete tuvo que volver alicaído sin su nuevo
vehículo a casa, cuando de pronto se cruzó con un biciclista que iba cantando
al son de las eses que hacía con la pedalada.... Era la bici hurtada de
Vulkete, quien corrió a por ella como si el mañana no llegase nunca. Mientras
corría enajenado apenas pudo escuchar unas voces:
-“Mira Vulkete que bici más guapa he robado.”
Era el propio Enfrencio quien había robado la bici que
anteriormente había robado Vulkete… Esa bici volvió a Burgos en las manos de
Vulkete, y esta historia es una muestra más de que nadie en esta competición se
libra de la llamada de la voz de la demencia, pues no solo hurtaron una bici
una vez, si no dos en una noche…